Hoy, en el día mundial del Medio Ambiente rescatamos un informe del año pasado (puedes descargarlo aquí) que pone de manifiesto la sensibilidad física abiótica de esas masas de agua, cuyo estado es crítico para la sostenibilidad del sistema al conformar el hábitat de miles de especies. Si, nos referimos a los estuarios. Para el que no lo tenga tan claro, un estuario es aquella región cuya pecularidad radica en ser el encuentro y la zona de mezcla de aguas dulces provenientes de ríos y quebradas que fluyen hacia el océano y el agua salada del mar.
En la península ibérica se han catalogado más de 90 estuarios. En menor o mayor medida todos se encuentran en riesgo por el cambio climático. Si bien, son especialmente vulnerables aquellos que se encuentran en la vertiente Mediterránea, sobre todo los de la cuenca del Júcar y el Segura, y del már de Alborán. Entre otros motivos están el descenso de caudales fluviales o el incremento de salinidad y temperatura por el calentamiento global. El resultado es la alteración del sistema natural y el desplazamiento de los ecosistemas actuales y migración de las especies.
Algunas de las alternativas de gestión y mitigación de estos efectos pasan por la ampliación y/o desocupación de llanos mareales y marismas, el incremento de los aportes de agua dulce para mantener/fomentar la circulación natural o la protección de determinadas áreas para favorecer la resilencia de los ecosistemas y especies al cambio climático.
En el proyecto PIRATES estamos trabajando en establecer criterios clave que aporten soluciones óptimas desde un punto de vista integral que faciliten la gestión.